Para comenzar a hablar de las grasas, lo mejor es hacerlo con su clasificación, que seguro que ya la conoces. SATURADAS E INSATURADAS.
Las grasas SATURADAS son sólidas a temperatura ambiente, son resistentes a la oxidación, forman la mayor parte de la grasa de nuestro cuerpo y las encontramos en alimentos como la grasa de coco, la grasa de algunos animales, huevos y en los lácteos.
Las grasas INSATURADAS tienen una consistencia aceitosa a temperatura ambiente, son susceptibles de oxidarse y algunas de ellas tienen importantes funciones en nuestro organismo. Se encuentran en el aceite de oliva, los frutos secos, las semillas, el aguacate y el pescado azul, entre otros.
Seguro que siempre has escuchado que las grasas saturadas son malas y las insaturadas buenas. Porque se haya dicho toda la vida no significa que sea verdad. Hay que ser críticos con esas afirmaciones.
No todas las grasas saturadas son malas. Cada una tiene su peculiaridad.
Es un error considerar a todas las grasas saturadas por igual, en relación a su impacto en la salud. Es más importante el tipo de grasa concreto, que el que sean o no saturadas.
Lo saludable o no de la grasa saturada se relaciona con la longitud de su cadena hidrocarbonada así como con la forma de consumo.
La grasa saturada “per se” no es mala para la salud cardiovascular ni se relaciona con un mayor riesgo de padecer diabetes. En realidad, la ingesta de grasa no tiene un gran impacto en el colesterol.
De hecho, factores como el sedentarismo, el consumo de alcohol o el azúcar y cereales refinados tienen peor efecto que la ingesta de grasa.
El consejo no es evitar las grasas saturadas sin más, sino que habría que matizar qué tipo de grasas saturadas. Porque volvemos a lo de siempre, el tipo de grasa es importante, pero lo todavía más importante es la calidad del alimento que consumimos.
Por ejemplo el aceite de coco virgen es rica en ácidos grasos saturados, pero es una grasa saludable, no podríamos decir lo mismo del aceite de coco refinado.
Tampoco es lo mismo la grasa de una vaca estabulada y alimentada a base de cereales y legumbres que la misma grasa procedente de una vaca que puede moverse libremente y come hierba.
En definitiva, una vez más, se trata de no generalizar y saber identificar qué es bueno y qué no lo es tanto.
Las GRASAS MALAS las encuentras en aceites refinados, hidrogenados o calentados, carne de animales criados en pésimas condiciones, pescados de piscifactorías alimentados con piensos. En definitiva, todos esos productos procesados que encuentras en el supermercado y todos esos animales criados en condiciones antinaturales y alimentados con productos que nunca habrían consumido en libertad.
Pero lo único malo no es la grasa sino los tóxicos que les acompañan y la aparición de compuestos oxidados y de grasas transgénicas.
Al final, siempre es lo mismo, el tipo de grasa es importante, pero todavía es más importante la calidad del alimento que ingerimos y en el que se cobijan esas grasas.
Entonces, ¿hay grasas malas? ¡claro que sí!.
Las grasas que son muy dañinas para la salud son las GRASAS TRANS.
Grasas TRANS significa que son grasas transformadas y eso suena, ¡muy mal!.
Se forman durante el procesamiento y la transformación industrial de los alimentos. Es decir, se transforman en otra manera que no es la natural, por lo que, te puedes imaginar, que de bueno, ¡no tienen nada!.
Y, ¿cómo identificarlos?.
Cuando en las etiquetas de los productos leas “aceite parcialmente hidrogenado” ahí están los enemigos de tu salud.
y si nombramos a esos productos con nombre y apellidos, ¿cuáles son?.
Margarinas, galletas, cotufas/palomitas, papas fritas, bollitos, gusanitos, pasteles,…etc.
Pero ¡ojo! También se encuentran en aceites procesados a altas temperaturas. Los aceites de una churrería son piscinas de aceites TRANS.
El consumo de grasas transformadas eleva de forma muy significativa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, así como alteraciones metabólicas varias.
En definitiva, procesados, fritos y recalentados, ¡NO! Alimentos frescos de calidad, ¡SÍ!