Confío en que ya te has hecho un chequeo con tu médico de cabecera, con sus correspondientes analíticas y está todo correcto.

No hay mejor medicina preventiva que saber identificar ciertos síntomas y reaccionar a tiempo. Aunque la mejor prevención es incorporar hábitos saludables en tu estilo de vida.

Seguro que muchas veces te has preguntado si gozarás de buena salud o no. Debes saber que la respuesta no es absoluta, es imposible estar totalmente sano o estar totalmente enfermo, eso implicaría que estuvieras muerto.

Como se suele decir, algunas goteras vamos teniendo, y con el paso de los años, parece que se acentúan. Pero debes aprender a valorar  el día a día, cómo te encuentras en el transcurso de una jornada, y si al final de la misma, el balance es positivo.

Esa observación y valoración que haces de tu día a día, es más importante de lo que piensas. Te sirve para detectar síntomas de desequilibrio a tiempo y así poder actuar para revertirlos.

Es importante que te hagas una serie de preguntas, aparte de la observación diaria, que te sirven como un autochequeo.

Pero sobre todo, debes tener muy presente dos aspectos fundamentales.

ESTRÉS Y ESTADO DE ÁNIMO

De nada sirve estar bien físicamente, cuando lo ves todo negro. El estrés acorta la vida y deprime la inmunidad. Analiza también cómo andas de ilusión. La depresión es un problema que va en aumento, muchas personas intentan solucionarlo tomando medicamentos, pero no se dan cuenta que si les falta vitalidad, pueden encontrarla en alimentos ricos en nutrientes y en el contacto con la naturaleza.

El estrés crónico desencadena señales que son captadas por el sistema inmunológico consiguiendo que se deprima y que se bajen sus funciones, con lo que sería más fácil la entrada de virus/bacterias.

Las personas optimistas perciben y reaccionan ante las adversidades con optimismo y positividad y ven una oportunidad de cambio. Esto contribuye a mantener e incluso aumentar su salud y afrontar la enfermedad.

EL SOBREPESO

El sobrepeso y la obesidad son enfermedades crónicas que se asocian con enfermedades como la diabetes, la hipertensión y en general con problemas que generan un importante riesgo cardiovascular.

La obesidad produce cambios en el sistema inmunológico teniendo mayor predisposición a padecer enfermedades de naturaleza infecciosa.

Está comprobado que si pierdes peso se consigue corregir en gran medida la funcionalidad del sistema inmune.

En definitiva, cuando el sistema defensivo es muy potente, hay victorias contra los agentes patógenos (bacterias, virus, hongos,…) que no vamos ni a percibir porque la fortaleza de nuestras defensas cortará de raíz cualquier intento de entrada en el organismo.

Debemos prestarle la atención que se merece a nuestro sistema inmune para mantenerlo preparado y en forma para que si se presenta la enfermedad, la batalla sea mínima y contundente y los patógenos no tengan opciones de ganar desde el principio.

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